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Una Historia en New York (Versión Resumida)
Escribe: José Antonio Luna Caballero
Joseamlc@aol.com
Corrían los años finales de los noventas y comienzos del 2000 cuando para entonces hacían unos siete u ocho años que mi esposa y yo nos afincamos en Nueva York. No viene al caso entrar en pormenores del porqué de ese viaje pero una pequeña reseña del motivo principal ayudará a entender ese amor y cariño por lo nuestro, por nuestro Perú.
Soy arquitecto y músico de corazón y la razón principal de nuestro traslado aquí fue la especialización de mis conocimientos de guitarra aplicados al jazz. y la práctica de mi profesión. Mi intención era lograr fusionar nuestra música, sobre todo la afro peruana con el jazz, combinación que hoy practican y desarrollan muy buenos músicos peruanos. Como es típico con los inmigrantes "temporales", diversos motivos o circunstancias hacen que en su mayoría terminemos echando raíces aquí.
Traje conmigo a estos lares nuevayorquinos, mi acendrado apego a nuestra tierra, su cultura y su grandeza pese a que por esos años las noticias del Perú eran en su mayoría negativas. Pero si durante esos aciagos años y a pesar de todo siempre salía en defensa de lo nuestro, con mayor razón, cuando se revirtió la situación. Entonces se empezaban a inaugurar los primeros restaurantes "Nuevo Latino" que ostentaban algunos platos peruanos -mas de nombre que de sabor- pero ya era un primer paso hacia lo que vendría después.
Entre los primeros "chefs" latinos se hizo famoso Douglas Rodríguez, hijo de inmigrantes cubanos y estudioso de varias cocinas latinas. Estuvo en el Perú, particularmente en el norte recogiendo sabores de comidas y tragos peruanos, para luego en colaboración con un descendiente de irlandés abrir el famoso restaurante Chicama de la calle 18 en Manhattan. El primer restaurante de ese tipo fue el Patria en Park Avenue y la calle 23 y en esos locales de calidad, aparecen por orden de permanencia y antigüedad en este país, junto con la comida latina, los tragos latinos, primero la margarita de México, el mojito de Cuba, la caipirihna de Brasil y por supuesto el Pisco Sour…
Allí es que en estos nuevos restaurantes que se multiplicaban por Manhattan y que recorrimos una y otra vez, al revisar la carta con los platos y tragos latinos, en la descripción que solía acompañarlos, encontrábamos algunas veces definiciones como esta: Pisco Sour, Brandy chileno mezclado con limón, azúcar, etc. etc. Entonces un amigo periodista argentino y yo, en una suerte de sociedad peruano-argentina, emprendimos la campaña de aclarar y promover la autenticidad y origen del Pisco, llamando muchas veces y cuando era necesario a los gerentes de los locales en donde nos encontrábamos, para explicarles de forma técnica y con pruebas, porqué el Pisco es peruano.
Alguna vez en uno de esos restaurantes cuyo nombre era Sonora, el gerente ante nuestra insistencia, respondió que iba a cambiar la carta pero para mayor seguridad por si alguien lo refutaba o reclamaba, pidió mi nombre y mi teléfono, a lo que accedí gustosamente. Por supuesto nadie nunca me llamó…
Un tiempo después regresamos al mismo local para cerciorarnos de que había cumplido y para nuestra grata sorpresa, ya en el
Menú figuraba: Pisco Sour, cocktail peruano elaborado con Pisco original del Perú, y si no, pregúntenle a José Luna, teléfono tal...
Esto me llenó de orgullo pues hoy en día muchos restaurantes y bares que ofrecen Pisco Sour, lo presentan como lo que es, Peruano.
Como todo en esta ciudad, cuando crece, crece exponencialmente, ya no podríamos seguirle el paso a todos los locales que expenden nuestra bebida de bandera, pero eso sí, gracias a la labor de muchos peruanos como es mi caso, que con paciencia y cariño por lo nuestro hemos salido y seguiremos saliendo en defensa de nuestro Pisco, hemos ganado la delantera y ratificado una vez mas que el Pisco es de origen peruano, de una ciudad al Sur de Lima llamada Pisco, y que su combinación exquisita da lugar al inigualable y único, Pisco
Sour.
Julio 2009
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