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Vallejo y el Pisco: 125 años después y un mito en torno a una foto

Escribe César Costa Aish

 Lima Gris acaba de realizar con éxito la presentación de la revista impresa y el homenaje a César Vallejo en la sede del auditorio de Petroperú por los 125 años de nacimiento del poeta peruano universal, César Vallejo, en la misma velada se presentó una puesta en escena de una pieza teatral a cargo de Rebeca Ráez sobre el vate interpretado por el actor Christian Esquivel y Carmen Osorio. A mí se me encargó escribir una breve nota acerca de una foto que data del año 1926 presentada en algunos libros y que ronda por Internet conocida como Vallejo y el Pisco.

Sin duda es una foto emblemática donde se aprecia a César Vallejo en París acompañado de su amigo personal, el pintor puneño Carlos More, y la entonces pareja de Vallejo, Henriette. Una foto de una velada donde el vate hace un brindis con vaso en la mano  en la que por el estilo del vaso podríamos decir que se trata probablemente de un vaso tipo mulita con el que probablemente se tomaban las bebidas espirituosas de la época más por la claridad de la foto, lugar y época no podríamos afirmar que se trata de un Pisco, probablemente podría tratarse de un brandy o un jerez o tal vez un vino, aunque esto último lo dudamos pues en esas épocas como ahora   el vino ya se servía en copas. Sin embargo, a pesar de ello, en nuestra opinión no brinda con Pisco, no podemos decir que Vallejo no haya sido una persona que no haya disfrutado de la versatilidad del mismo como bien lo señala en la leyenda de la misma foto el Secretario de la Academia del Pisco, Guillermo Vera Díaz, en su libro. “Lima, Piscosauer y el Morrisbar” (pag 3 y pag 7 y 8).


No obstante, lo señalado sobre la foto no hay duda que Vallejo fue una persona que supo manejar y disfruto del destilado Nacional de la Época, y para ello citamos nuevamente la obra de Vera y una transcripción que sobre el respecto hace de la obra de Ernesto More, hermano de Carlos, Titulada “Vallejo, en la encrucijada del drama peruano” publicada en Lima el año 1968 por Librería y Distribuidora Bendezú. Cuenta Vera en el primer capítulo sobre el Pisco Sour, los antecedentes del mismo y como poco a poco este coctel va perfilándose y surgiendo de la Belle Epoque de Lima, época que coincide con el de la “República Aristocrática” e inicios de la llamada “Patria Nueva” de Leguía. Así Vera en la página 7 de su libro luego de realizar un listado de cocteles en base a pisco y que surgieron en algunos casos con posterioridad y en otros casos probablemente antes que el mismo Pisco Sour, como el Pisco Punch, hace mención a que también es necesario saber sobre el calentito que por lo general se hacía con Pisco y en otras ocasiones con cañazo y que debido a la cantidad de migrantes andinos su consumo se había extendido en la Lima de esa época y otros lugares de la Costa del Perú, haciendo una cita del libro antes mencionado de More sobre Vallejo que dice así:

“El cholo Vallejo, a quien siempre le gustaba preparar el ponche, o Ccoñi, para decirlo con la palabra quechua que solíamos usar con frecuencia para acercarnos más a la tierra, la mano derecha calzada en un guante amarillo, y con ademan cómicamente sacerdotal, daba vueltas al líquido y estrujaba los limones, probaba de vez en cuando la composición y agregaba más vino o más azúcar de acuerdo a su experimentado paladar andino” (More 1968)

Sin duda, está cita sobre Vallejo, la época y el preparado nos acerca muchísimo a Vallejo de quien podemos suponer, que, a pesar de su estrechez económica, pudo conocer aquellos bares de la Época donde se servían cocteles en base a Pisco, licores importados y otras bebidas espirituosas, espacios a los que acudía acompañado de amigos escritores y periodistas, lugares como el mismo Morris Bar, del Dora, el Broggi y también al Palais Concert, muy próximo al Morris Bar. Recordemos que era una Lima pequeña, donde los periodistas y colaboradores de los diarios más importantes, El Comercio y la Prensa, así como otras publicaciones solían encontrarse por lo general en estos bares o en el jirón de La Unión y Vallejo, además de poeta, también fue un constante colaborador de diversas publicaciones, es más en Francia vivió –con austeridad- siendo colaborador de diversas publicaciones.

En torno a la época y sus coetáneos y grupo de amigos, así como espacios que frecuentaban es importante citar la novela-relato de Luis Alberto Sánchez titulada “Los Señores” publicada en 1983 y quien sitúa en aquella época de Belle Epoque y sobre todo destacando los momentos más importantes de la República Aristocrática durante diferentes Gobiernos a través de la historia de una familia y la vida de un personaje llamado Víctor Torres quien tras un largo noviazgo, se casa y enviuda rápidamente.
Sánchez a través de su obra nos presenta una Lima muy afrancesada, muy criolla también, donde también había muchas pulperías, algunos bares antes mencionados, los últimos días de Piérola y el inició de la Patria Nueva, pero por sobre todo una Lima muy pisquera y vinera, una Lima, donde sus ciudadanos, como él nos dice en sus primeras páginas “Bebían vino Moscato y Chianti, aguardientes de Malatesta, Queirolo, Picasso y Rubini” (pag 8). La palabra aguardiente es en clara alusión al Pisco, siendo los de Malatesta, Picasso y Rubini piscos iqueños, el primero ya desaparecido y los dos siguientes (Picasso y Rubini) se convirtieron en productos uno de la Bodega Vista Alegre y el otro Piscos y Vinos de la zona de Ocucaje y el Queirolo producía sus piscos y vinos en zonas limeñas.

En esta novela donde el Pisco es una constante así como los personajes de la literatura que retornan a la memoria de Sánchez a través de esta novela histórica, Abraham Valdelomar otro coetáneo de Vallejo, provinciano también como Vallejo, tiene mucha presencia  y casi sobre el final de la novela Sánchez describe magistralmente como hacia fines de la década del 10 Lima había empezado a cambiar, haciendo una referencia al año 1918 en que se publica “Los Heraldos Negros”, y como tras la figuras de Valdelomar y Mariateguí poco a poco iba surgiendo la figura de César Vallejo, y  el Palais Concert espacio y café de la época que también tenía un buen bar donde se servían buenos Piscos, también había empezado tener nuevos parroquianos.

“Lima había empezado a cambiar. El Gobierno había iniciado los trabajos para unir Lima con Miraflores por una avenida asfaltada que partía de Santa Beatriz y el Paseo Colón. Se había abierto otra avenida entre San Miguel y el Callao, llamada Miramar. La Puerta del Palais Concert seguía siendo el centro de Lima, más ya no se veía al mismo contertulio de antaño. Valdelomar frecuentaba poco sus puertas. José Carlos Mariátegui andaba en otros menesteres. Reynaldo Luza había regresado a París. Alfredo González Prada estaba en Buenos Aires. En cambio, en la puerta del bar, se juntaban al amanecer jóvenes más provincianos en torno de uno macilento, de mentón agresivo, pómulos salientes, ojos profundos y brillantes, sombrero de fieltro con ribetes de color distinto a la copa y bastón en mano. Acababa de publicar un libro muy comentado: Los Heraldos Negros. Se llamaba César Vallejo”

“Los Señores”. Luis Alberto Sánchez. (pag 173)
Es así pues que la figura de Vallejo irrumpe positivamente en una época en Lima cuya bohemia intelectual era una en la que abundaba el vino y el Pisco y si bien -según Sánchez- Lima era una ciudad que estaba en plena transformación y en su opinión personal decadente hacia fines de esa década pues líneas más adelante dice “La calle olía pues, a ruda, sexo, vino y pachuli. Había que mudarse”. Era la Lima que vió a Valdelomar crecer en el Palais Concert, la figura de Mariateguí compartir con amigos aun en el jirón de la Unión, que recibió a Haya de la Torre en sus primeros años de estudiante, la del oncenio de Leguía, de los viajes en vapores a cualquier parte del mundo que llevaban y traían a los señores de las grandes casas que aun hoy sobreviven en el damero de Pizarro y que llevaron a Vallejo a Europa a  Paris en 1923 para nunca más volver físicamente al Perú, vapores que en sus revistas anunciaban la existencia el Morris Bar, que existió entre 1916 y 1929, así que aquella foto tomada en 1926 en Paris con Vallejo como protagonista, no pudo ser tomada en el Morris Bar como alguien irresponsablemente  sin ningún rigor investigativo y solo por mero afán de protagonismo ha colocado en internet, y no pudo ser el Morris, pues porque Vallejo, si bien pudo conocerlo,  desde que llegó a Paris nunca más regresó al Perú, salvó en poesía, historia y Gloria para su tierra, gracias a su viuda Georghette, quien no aparece en esa foto, sino su pareja de entonces Henriette, así que si ven alguna información que afirma lo contrario ya saben que no es verdad, porque Vallejo si conoció y disfrutó de las bondades del Pisco, su época su entorno social, su mundo su época se lo permitió y así lo indican, pero no podemos decir a ciencia cierta que en aquella famosa foto de Vallejo de 1926, este tomando Pisco.

Para culminar y en homenaje a los 125 años de nacimiento de César Vallejo y los piscos de  época que se consumían de acuerdo a Luis Alberto Sánchez, la Revista Limagris ha embotellado 12 botellas de Pisco Brujas de Cayango, proveniente de la zona de Ocucaje, zona de la cual provenían algunos de los piscos que se tomaban en la época descrita por Sánchez que coincide con los días de Vallejo en Lima,  las botellas de colección fueron entregadas a distinguidas personalidades el 16 de marzo del 2017 en la sede de PetroPerú.

 

limagris

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