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¿Dónde
se sigue al Pisco en la vida de los peruanos?
Ingreso en los salones y saraos
En las postrimerías del siglo XIX, la calidad del pisco estaba bien cimentada. De ahí que cuando se organizo la ceremonia de inauguración del ferrocarril de Mollendo a Arequipa se encargo una buena provisión de la deliciosa bebida. Notas periodísticas de la época recuerdan que el 30 de diciembre de 1870, zarparon del Callao cuatro naves con distinguidos pasajeros. Eran los invitados de honor a las celebraciones de inauguración de la nueva vía férrea. El entonces presidente de la Republica y su comitiva viajaron a bordo del vapor Chalaco.
La fresca brisa marina, el verdor espejeante y el sonido arrullador del mar, así como los atardeceres del litoral, hicieron de la travesía un placer, al que venían a sumarse los delicados platos, licores, frutas y refrescos que se encontraban “a la hora en que a uno mejor le apetecía”. A todo ello acompañaba la música que tocaba una banda militar, y que permitía a los invitados la saludable oportunidad de la danza, “para disipar el mareo”.
Un cronista del diario La sociedad, que siguió de cerca las incidencias del viaje, en el que no había lugar para el tedio o la soledad, sorprendido por la calidad y dimensión de los agasajos, llego a opinar que los banquetes de Marco Antonio y Cleopatra fueron “pobres convites de alcalde de aldea”, comparados con los que disfrutaban en aquel instante.
Ya en tierra, es decir en Arequipa, las fiestas duraron ocho días con sus noches. Henry Meiggs, ciudadano norteamericano, constructor de la obra, era el anfitrión que, al parecer, contaba con una faltriquera de fondo inagotable y una hiperbólica predisposición para el jolgorio.
El baile que siguió a la inauguración de la vía férrea, el 2 de enero de 1871, fue notable. A la luz de lámparas de kerosene las parejas danzaron a los compases de cuadrillas, mazurcas, valses, polcas, galopas y lanceros. Memorable también fue la cena servida a eso de las dos de la madrugada: “Sopas a la reina y a la consomé, mayonesa de corvina, jamones decorados, galantita de pavo real, pasteles de aves en costras, chanchitos de leche, pirámides de camarones, queso de chancho, lomitos a la jardinera, lenguas, ensaladas, cabritos rellenos, patos a la inglesa, pavos rellenos, pollos, gansos rellenos, sándwich”.
La lista se completaba con quesos, cremas, pudines, pasteles, confites, ensaladas de frutas, helados en sus más diversos sabores. Y licores que discurrieron exquisitos y fragantes: “Burdeos finos, Sauternes, Rhin, Oporto, Jerez, Champaña, Cerveza, Cognac, Kirsh, Pisco, Curacao, Italia, Aniceto de Burdeos, Marrasquino de Turín”.
A la madrugada, mientras la banda musical tocaba los sones nostálgicos de fin de fiesta, todos comentaban la opípara cena, preparada especialmente para la ocasión por el Café Anglais, de la calle Mercaderes, de Lima.
Dos días después, el presidente Balta retribuyo al constructor norteamericano con un ágape celebratorio. Según el cronista del diario arequipeño La Bolsa, la banda de músicos de la fragata Independencia, integrada por alemanes, ejecuto melodías de Offenbach. La mesa ostento un banquete con las más variadas y exquisitas viandas, dulces y licores. Allí lucia su fama, justificada una vez mas, el pisco puro de uva. Continuara…
CRONICAS Y RELACIONES QUE SE REFIEREN
AL ORIGEN Y VIRTUDES DEL PISCO,
BEBIDA TRADICIONAL Y PATRIMONIO DEL PERU,
Banco Latino, Lima Perú 1990.
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