Tertulias pisqueras La achirana del Inca

Una de las tradiciones peruanas que nos acercan más a nuestra propia
identidad. Ricardo Palma

La Achirana del Inca se encuentra a 18 km. al noreste de la ciudad
de Ica y a 15 minutos aprox. en auto. Es un canal de regadío
construido en la época de los incas durante el gobierno del Inca
Pachacutec tiene una antigüedad de más de 500 años, hemos querido ofrecerles esta linda Tradición Peruana escrita por el gran Ricardo Palma que relata el porque se llama así, no se lo pierdan.

La Achirana del Inca
(A Teodorico Olaechea)
En 1412 el inca Pachacutec, acompañado de su hijo el príncipe
imperial Yupanqui y de su hermano Capac Yupanqui, emprendió la
conquista del valle de Ica, cuyos habitantes, si bien de índole
pacifica, no carecían de esfuerzo y elementos para la guerra.

Comprendiólo así el sagaz monarca, y antes de recurrir a las armas
propuso a los iqueños que se sometiesen a su paternal gobierno.
Aviniéronse estos de buen grado, y el inca y sus cuarenta mil
guerreros fueron, cordial y espléndidamente, recibidos por los
naturales.

Visitando Pachacutec el feraz territorio que acababa de sujetar a su
dominio, detúvose una semana en el pago llamado Tate. Propietaria del pago era una anciana a quien acompañaba una bellísima doncella, hija suya.

El conquistador de pueblos creyó también de fácil conquista el
corazón de la joven; pero ella, que amaba a un galán de la comarca, tuvo la energía, que solo el verdadero amor inspira, para resistir a los enamorados ruegos del prestigioso y omnipotente soberano.

Al fin, Pachacutec perdió toda la esperanza de ser correspondido, y
tomando entre sus manos las de la joven, la dijo, no sin ahogar
antes un suspiro:
-Quédate en paz, paloma de este valle, y nunca la niebla del dolor
tienda su velo sobre el cielo de tu alma. Pide alguna merced que, a
ti y a los tuyos, haga recordar siempre el amor que me inspiraste.
-Señor- le contesto la joven, poniéndose de rodillas y besando la
orla del manto real-, grande eres y para ti no hay imposible.

Venciérasme con tu nobleza, a no tener ya el alma esclava de otro
dueño.

Nada debo pedirte, que quien dones recibe obligada queda; pero si te satisface la gratitud de mi pueblo, ruegote que des agua a esta
comarca.

Siembra beneficios y tendrás cosecha de bendiciones. Reina, señor,
sobre corazones agradecidos más que sobre hombres que, tímidos, se inclinan ante ti, deslumbrados por tu esplendor.
-Discreta eres, doncella de la negra crencha, y así me cautivas con
tu palabra como con el fuego de tu mirada. ¡Adiós, ilusorio ensueño
de mi vida! Espera diez días, y veras realizado lo que pides.

¡Adiós, y no te olvides de tu rey!

Y el caballeroso monarca, subiendo al anda de oro que llevaban en
hombros los nobles del reino, continúo su viaje triunfal.

Durante diez días los cuarenta mil hombres del ejército se ocuparon
en abrir el cauce que empieza en los terrenos del Molino y del Trapiche y termina en Tate, heredad o pago donde habitaba la hermosa joven de quien se apasionara Pachacutec.

El agua de la achirana del Inca suministra abundante riego a las
haciendas que hoy se conocen con los nombres de Chabalina, Belén, San Jerónimo, Tacama, San Martín, Mercedes, Santa Bárbara, Chamchajaya, Santa Elena, Vistaalegre, Sáenz, Parcota, Tayamana, Pongo, Pueblo Nuevo, Sonumpe y, por fin Tate.

Tal, según la tradición, es el origen de la achirana, voz que significa lo que corre limpiamente hacia lo que es hermoso.

Tradiciones Peruanas Por Ricardo Palma Tomo II
Espasa-Calpe, S.A. Madrid 1946

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