El Chilcano y el Pisco Sour son de Todos los peruanos

Escribe César Costa Aish

Hace unos días, como parte de una investigación que realizo hace unos años sobre la cultura del Pisco,  encontré un pequeño artículo del 30 de noviembre del 2007 del diario El Comercio, cuyo título decía  “Chilcano de Pisco”, al leer la nota vi que la misma refería a un Primer Festival de este cóctel a realizarse ese mismo día en el Hotel Country Club, y que el promotor del mismo, Roberto David Meléndez de la Cruz, lo hacía en honor y homenaje a su padre y presentaba una receta que en los últimos años ha ido proliferando a través de diversos voceros, y cuyo origen no se sabe a ciencia cierta quien la creó.

 Lo curioso del artículo del 2007 que puede encontrarse en distintas hemerotecas del país, bajo esa fecha, es que antes de encontrarlo yo creía que el gran creador, el gran genio, del incremento de la venta de Pisco a través del consumo del chilcano de Pisco en el Perú había sido el escritor y periodista Manuel Cadenas, vocero y creador sí de la ya famosa “Semana del Chilcano”, quien en la edición Dionisio 77 – emblemático numero- como el del extinto Pisco de la familia Malatesta de Ica y que en recientes festivales descaradamente personas sin ética presentan como Bodega en estos eventos plagiando el logo, creatividad, ingenio y nombre que Don Carlos Malatesta creó para su Pisco en el año 1977 tras ganar la medalla de Oro en la vendimia iqueña.

Porque esa es la historia de aquel famoso y original Pisco Iqueño, cuando no habían festivales nacionales como hay hoy en día y el Campeón moral de los pisqueros de esos dictatoriales años setenta eran los ganadores de medalla de oro de las vendimias Iqueñas, década también donde surgió la emblemática cofradía del FBI (Federación de bebedores iqueños) y que por cuyas siglas, según cuentan los antiguos, alguna vez recibiera una carta de la Federal Bureau of Investigations de los Estados Unidos que solicitaba a una cofradía de Pisco cambiar de nombre, tremendos los pisqueros iqueños  que poco a poco han empezado a desaparecer en los últimos años.

O sea, que nos indignamos si nuestros vecinos sureños pretenden apropiarse descaradamente de un nombre que le pertenece a los peruanos por historia, por herencia y tradición cultural y no nos escandalizamos si un peruano, de esos vivazos que abundan, se quieren apropiar de la iniciativa y genialidad de otro peruano, como pasó, por ejemplo, con lo del Pisco 77.

En aquella edición 77 de fines del año 2009 (dos años después del primer festival del chilcano y que por esos años entraba a su tercera edición) de la extinta revista Dionisos, y que también puede encontrarse en distintas hemerotecas, se presenta un brillante y extenso artículo  sobre el chilcano de Pisco con diversas entrevistas y referencias, como alternativa para incrementar las ventas de nuestro destilado de bandera hacia el exterior, documentando con diversas fuentes bibliográficas literarias su presencia a través de la historia y época, como la retratada en la famosísima obra del escritor Mario Vargas Llosa, Conversación en la Catedral, donde como bien refiere Cadenas y escribe Vargas Llosa existe una escena al inició de la novela donde dos periodistas Norwin y Zavalita –el Quijote del Nobel- beben en el Bar Zela y Norwin bebe un chilcano y de la lectura se presume que Zavalita también bebe el mismo cóctel. Casi sobre el final de la novela otro personaje de la misma.
La Musa quien muere trágicamente asesinada por el chofer del influyente padre homosexual de Zavalita, cambia el whisky (que solía disfrutar en épocas mejores en su casa de San Miguel y era solventada por el supuesto Jefe de Gobierno Interior de la entonces dictadura en esa época que la novela recrea y que coincide con el ochenio del General Odría, el chinchano Cayo Bermúdez, Cayo “Mierda” para los lectores de la novela) por Pisco con Ginger Ale, o lo que sería una símil de lo que hoy llamamos un chilcano de Pisco.

Claro está que ese cambio de whisky por el Pisco con el Ginger Ale, ocurre cuando ya no está con el funcionario público de alto nivel sino que surge en el transitar de la novela cuando La Musa (Hortensia) vive un fugaz y decadente romance con un ciudadano español quien la vive y roba todas sus joyas antes de fugar a México, mientras Bermúdez había fugado al Brasil, donde tenía una fortuna bien amasada en base a presuntos actos de corrupción del Gobierno peruano de turno  esa época recreada en la novela.

En otro lado de ese artículo y luego de conversar con Guillermo Vera de la Academia Peruana del Pisco, Cadenas, recoge importantes aportes de la presencia del chilcano de pisco en otras novelas “Muerte del Angel”(1968)  y “Busqueda” (1953) y refiere el gusto del pintor Sérvulo Gutierrez (quien bautizara en 1958 como  cóctel “Felipe” según otro breve recorte periodístico de la época, una creación del Patriarca de los Meléndez, quien fuera amigo del pintor,  para un concurso Nacional de Coctelería auspiciado por jugos Liber) por el chilcano y el Bar “Zela” en esos emblemáticos años 50s.

Seguir leyendo clic aquí

Comentarios (0)

Participa con tu comentario