Los días nacionales son fechas que por su gran significación son adoptadas por las naciones para promover la unidad de sus ciudadanos1, y algunas fechas trascienden las fronteras por su relevancia universal. El Día Nacional del Pisco (Perú), el Día Nacional del Tango (Argentina), el Día Mundial del Medio Ambiente y el Día Internacional del Trabajo son ejemplos adecuados de ambos casos.

El gobierno peruano ha decretado la celebración del Día Nacional del Ron Peruano, brindándole a un producto genérico el mismo trato promotor de una denominación de origen tan arraigada como el pisco. El ron se elabora en todo el Caribe al estilo de sus colonos (ron hispano, rum inglés, rhum francés); en Cuba y Jamaica es parte constitutiva de su imagen-país.

La caña de azúcar y la uva llegaron en la misma época y siguieron caminos paralelos: las raíces de caña llegaron al continente con el segundo viaje de Colón en 1493, y el primer antecedente documental del ron (rhum) data de 1661; los sarmientos de parra llegaron a América en 1520, primero a México y luego al Perú, de donde pasaron a Chile y Argentina2. La primera referencia documental al pisco data del 30 de abril de 16133.

La estacionalidad de la vid y la baja demanda de agua la hizo adecuada y amigable con los valles costeros y apropiada para diversificar cultivos. Por su parte, la caña de azúcar siempre demandó mucho suelo, agua y mano de obra, pero se lograron economías de escala en procesos de concentración que alteraron profundamente los diversos estratos de la sociedad4.

La dureza del modelo para la producción primaria de la caña gatilló movimientos populares, desde la rebelión de esclavos en Haití en 1792 y el surgimiento del APRA en el Perú, hasta la revolución castrista en Cuba. En el Perú, tras el fin de la Guerra del Pacífico en 1884, las haciendas azucareras iniciaron un rush de capitalización cuyo resultado en 1920 —tras el boom azucarero de la Primera Guerra Mundial— fue la concentración en tres grupos económicos: Cartavio, Casagrande y Roma, y la absorción de poblados antes prósperos como Ascope y Santiago5.

La historia del ron peruano es más reciente. El 29 de abril de 1929 se iniciaron las operaciones de la planta de Ron Cartavio fundada por la empresa Cartavio Sugar Co., propiedad de W. R. Grace &  Co., seguida de otra planta en la hacienda Pomalca. En el mismo espacio y tiempo histórico se gestaba el pensamiento aprista lanzado a inicios de la década de 1930 por Víctor Raúl Haya de la Torre, y en 1932 se desencadenaría la sangrienta revolución de Trujillo.

En el año 2010, después del fracaso del modelo cooperativo en la costa norte del Perú, asistimos a un nuevo proceso de concentración. Un boyante oligopolio —gracias a los beneficios de la Ley de Promoción Agraria (LPA)— avanza a paso firme en su integración vertical y horizontal (hectáreas y productos derivados como el ron), mientras que en la costa sur 300 pymes pisqueras carecen de los beneficios de la LPA y muchas sufren en carne viva el costo de no contar con materia prima propia, sin créditos sectoriales, fuerte adulteración, etc. Una pasión nacional carente de recursos para el salto cuántico en el mundo.

Al decretar un día nacional para un producto genérico como el ron, el Perú se aleja de una larga vocación por las denominaciones de origen, y surgen preguntas válidas: ¿un día nacional en el que solo hay dos grandes productores activos y la importación crece aceleradamente? ¿La disparidad de costos y recursos no llevará a que Goliat Ron canibalice a David Pisco? ¿No hay productos con mayor tradición y arraigo? ¿Cómo le explicamos este concepto al turista atraído por la magia del Perú?

La globalización cambió los códigos de consumo, pues la verdadera exclusividad y el alto valor están ligados a la escasez (less is more), a las restricciones de los procesos tradicionales e incluso a la regulación de la oferta. Casos de éxito como el parmigiano reggiano, el tequila, el jerez y el champagne han generado no solo riqueza, también prosperidad.

En este nuevo orden global, mientras que todos los países invierten en la revalorización de sus gastronomías, con Vietnam como gran revelación mientras la Apega de Gastón Acurio pone al Perú y sus productos oriundos como líderes en América Latina, este error nos acerca como nación al umbral de contradicción con nuestra marca-país..., y ese es un riesgo que no podemos correr...

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