La Discusión Ridícula Por Eduardo Dargent Chamot
Por Eduardo Dargent Chamot
A mí me suena hasta ridícula la discusión sobre la peruanidad del pisco.
No se me ocurre que a ningún país se le pasara por la cabeza pretender
que las “perlas de Mayórica o que el “Asti espumante” la “mostaza de
Dijón”, o el “queso Edam” son de ellos y no de España, Italia, Francia u
Holanda. O trayendo las cosas más cerca, que porque aquí se producía el
“Champan Nochebuena” entre otros, podamos alegar que el champan es un
producto original peruano. Pero así son las cosas y hay que aclarar
ciertos aspectos con respecto al nombre Pisco y al producto pisco.
No voy a distraerme en el vocablo quechua “Pishco” ni en lo de los
pájaros que le dieron el nombre a la bahía, puerto, pueblo, rio y
botijas de Pisco, ni aquí repetir la presencia del toponimio “Pisco” en
los mapas de Sudamérica desde el primero que se conoce, el de Mendez,
fechado a mediados del siglo XVI. Aquí solo haré referencia a algunos
puntos clave que se quieren utilizar para demostrar lo indemostrable.
Es verdad que el nombre “pisco” lo pusieron en etiquetas chilenas en
1882 durante la guerra con el Perú y es verdad que cuando tomaron el
puerto de Pisco quedaron muy impresionados con la calidad de nuestro
aguardiente que conocían bien porque desde hacía siglos lo exportábamos
al sur.
Es verdad que en 1936 para completar el juego cambiaron el nombre de un
pueblo en el valle de Elqui a “Pisco” abandonando el que tenía, “La
Unión”, porque convenía para sus intereses comerciales. Es verdad por
último que el “pisco” no fue sino hasta tiempos muy recientes el nombre
genérico de nuestro aguardiente de vino producido en la costa centro y
sur del país. Pero es verdad también que el “aguardiente de Pisco” era
el que se exportaba de ese puerto desde tiempos virreinales tanto al
norte hasta México como hasta el sur de Chile.
Está claro que al menos desde 1613 el pisco (aguardiente de Pisco) se
producía en la región de Ica y se exportaba por el puerto epónimo. Está
claro que para afirmar eso nos basamos en el testamento de Pedro Manuel
“El Griego” fechado el 30 de abril de ese año. Aunque se sabe que el
griego estaba en el negocio del vino desde al menos 1608, se mantiene
prudentemente esa fecha como referencia con rigurosidad de historiador a
la espera que algún investigador pueda quizás marcar otro hito más
temprano.