Apurimac o Dios que habla

Región cuya etimología en el idioma quechua significa: “Dios que habla” fue creado el 28 de  abril de 1872 durante el gobierno del presidente Manuel prado. Su extensión es de 20,654 km y tiene una población de 5000,000 habitantes comprende 7 provincias, su capital Abancay, Andahuaylas, Aymaraes, Antabamba, Cotabambas, Chincheros y Grau.

Geográficamente, está ubicado al este de la Cordillera de los andes, en el sector central. Debido a ello, sus ciudades se encuentran ubicadas entre profundos valles y elevados picos; así como mesetas o punas. De esos nevados, manan los riachuelos que luego forman lagos y torrentosos ríos como el Apurímac, el Pachachaca y el Pampas; los que dan lugar a tres cuencas hidrográficas respectivamente.
 
Como todos los pueblos de la antigüedad, sus primeros pobladores fueron grupos nómades, que se dedicaron a la caza en una geografía hostil e inhóspita; viviendo en grietas y cuevas de las zonas altas. Tuvieron limitados recursos en la fabricación de instrumentos líticos y conocieron el uso del fuego.
 
Poco a poco fueron adoptando la agricultura, como medio de subsistencia; creando técnicas de cultivo y regadío, apropiadas para el suelo y clima de sus valles; construyendo andenes y obras hidráulicas, como canales de regadío.
 
Luego ingresaron a la ganadería, domesticando los primeros camélidos; que les sirvieron precisamente para sus labores agrícolas, como bestias de carga y para su propia alimentación. En cuevas apurimeñas, se han encontrado vestigios dispersos dejados por hombres prehistóricos, vinculados a la caza y crianza de camélidos. Estas expresiones, representan actividades con dibujos en pinturas de arte rupestre.
 
Las pinturas rupestres de Pulpito casa, halladas en cuevas en los acantilados de la comunidad campesina de Pisquicocha, distrito de Cotaruse, provincia de Aymaraes; constan de trazos que representan la caza de vicuñas por desbarrancamiento o por medio de fosas a modo de trampas. Otra pintura, muestra la figura de un camélido muy parecido a una vicuña, dibujada de perfil en posición de caída, de espaldas y con las patas flexionadas hacia arriba. Estos dibujos de color rojo, demuestran la gran habilidad artística de estos primeros hombres que poblaron territorio apurimeño. Reiner Hosting, quien las estudió, les atribuye una antigüedad de 4 mil a 5 mil años A.C.
 
Fueron grandes constructores de ciudadelas y rutas, como los caminos imperiales del Chinchaysuyo; los que más tarde fueron utilizados y mejorados por los Incas. Se cree que fueron los primeros en utilizar los kipus.
 
Entre sus lugares turísticos, se pueden enumerar, Andahuaylas, la ciudad más moderna del departamento de Apurímac. Su iglesia principal es la Catedral de San Pedro, de construcción colonial. En su Plaza de Armas, se destaca la pileta construida en piedra de una sola pieza.
 
San Jerónimo, distrito netamente ganadero y de producción agrícola, está ubicado a 3 kilómetros de Andahuaylas. En esta ciudad, se puede admirar su Iglesia principal de arquitectura colonial y la Plaza de Armas, donde se ha erigido un monumento al valeroso indio chanka: Anccoayllo.
 
Los baños termales de Walalachi, se encuentran cerca de Talavera de la Reyna, ciudad que también sobresale por su construcción en piedra, como su Plaza de Armas.
 
Chalhuanca, ciudad capital de la provincia de Aymaraes, conserva bellas iglesias construidas en la época colonial, con finos acabados, tallados en madera y pan de oro.
 
La Laguna de Pacucha, a 3 mil m.s.n.m., es considerada como una de las más bella y extensa del país. En sus alrededores, se puede pescar y cazar patos. Es un lugar ideal para descansar y gozar de su bella naturaleza.
 
Antabamba, es un importante centro arqueológico donde se han encontrado muchas cavernas funerarias y en ellas, cráneos trepanados con una perfección que asombra a la medicina. Igualmente esculturas de barro, armas, utensilios domésticos e instrumentos de caza.
 
En gastronomía, Apurímac es reconocido por su amplia variedad de platos, entre los que sobresalen los "Chicharrones de carne de chancho", sazonados con sal, hierbabuena, cebolla, tomate y limón. Se fríen en su propia grasa (manteca), utilizando un perol de cobre. Se acompaña con mote, choclo, papa dorada o papa huayro sancochada.
 
"El Cuy relleno", que se prepara horneado o frito en aceite; es sazonado con ajo, comino, pimienta, vinagre, sal, limón y se rellena con: perejil, huacatay, hierbabuena, orégano, cebollita china, cebolla de cabeza, sibarita, vísceras lavadas y sancochadas del mismo cuy, maní tostado y molido. Se sirve acompañado de papas doradas y canchita de maíz.
 
"Los Tallarines", que son preparados con harina, huevos, mantequilla y sal. Se sirven con estofado de gallina, con kapchi de chuño, o con rocoto relleno al jugo y queso rallado.
 
El "Estofado de gallina", se prepara con presas de gallina de corral, cebolla, tomate, zanahoria rallada, ajo, comino, pimienta, sal, hongos y laurel, vino tinto.
 
"Kapchi de chuño o moraya", se prepara con chuño o moraya remojada picada, cebolla, ajo molido, palillo molido, quesillo, huevo, leche evaporada, sal, huacatay. Se acompaña generalmente con tallarín.
 
"Pepian de cuy", preparado con cuyes en presas, ajo, comino, pimienta, huacatay, vinagre, sal, cebolla, ají colorado y maní tostado molido. Se sirve con tallarín de casa o arroz graneado.
 
El famoso "Cancacho", es también conocido como carnero al palo en otras latitudes. Este ovino, generalmente tierno, es sujetado en un bastidor por las extremidades, y expuesto a carbón caliente. A medida que se va cocinando, se le va aplicando un aderezo especialmente preparado para la ocasión. Una vez listo, se sirve con ensaladas, papas de variedad amarilla y cerveza.
 
El Ponche, se prepara con ajonjolí, castaña, almendra, maní, pecanas, nueces, coco rallado, vainilla, leche, canela, clavo de olor, azúcar. Se sirve con coco rallado y una copa de cañazo puro.
 
El folclore en el Departamento de Apurímac es muy variado, pues sus representaciones se distinguen entre una provincia y otra. Cada cual tiene sus propias creencias, leyendas, tradiciones; cantos, ritos, danzas y bailes; que expresan a través de sus costumbres, especialmente en sus actividades agropecuarias como en el trabajo de la tierra, en la siembra, en el riego, el recubrimiento de las plantas (primera, segunda lampa) y la cosecha en sí.
 
También se expresa cuando llega el tiempo de la marca del ganado vacuno, caballar, ovejuno y alpacuno, con ceremonias de tincas y bailes especiales en el lapso de Abril hasta Agosto. El Ayni, en las zonas altas de Apurímac; no sólo para las labores agrícolas sino también en la confección de sombreros de lana de oveja y alpaca.
 
El folclore también se vuelca en las fiestas religiosas católicas, de marcado arraigo popular y los días cívicos. Igualmente, al celebrar acontecimientos de vida social, como bautizos, matrimonios, el corte de pelo de las criaturas, las defunciones y los sepelios.
 
Otro de los atractivos turísticos son las fiestas tradicionales religiosas, como las ofrecidas a sus venerados santos como: el patrón Santiago, el Señor de la Exaltación, la Virgen de Fátima, San Miguel Arcángel, San Nicolás, Santa Cruz o Cruz Velacuy, Santa Rosa de Lima, las Vírgenes de la Natividad y la Asunción y la muy famosa fiesta de la Virgen del Rosario en la provincia de Abancay. Las festividades de Semana Santa, son una gran concentración de fieles en todas las catedrales e iglesias del departamento. En cada una de estas fiestas tradicionales, se utilizan instrumentos musicales oriundos de cada lugar como el arpa, el charango, el violín, la bandurria, la guitarra y la mandolina entre los instrumentos de cuerda. Entre los de viento, la trompeta de cuerno de vacuno y los pitus. Y los de percusión como el bombo, el tambor y la tinya, entre otros.
 
Abancay la capital y Andahuaylas, son las ciudades más representativas en las celebraciones carnavalescas, que se realizan en el mes de febrero, con el desfile de numerosos grupos y comparsas. Algunas personas salen al campo llevando viandas típicas (timpus y pucheros) y después de pasar un día de esparcimiento, retornan a sus hogares a jugar con agua y talco, culminando el día con las famosas yunzas. Luego recorren las calles adornadas con serpentinas; ataviados con trajes típicos de la zona, cantando y bailando, acompañados de sus melancólicas guitarras, mandolinas, tinyas y quenas.

Fuente:

Comentarios (0)

Participa con tu comentario