Cócteles para comérselos

Roberto Muscaridola reinventa los combinados y los convierte en gelatina, espumas o purés
                    
Roberto Muscaridola, barman Melià de Mar. Guillem Bosch
¬Creatividad, bravura e intuición en un vaso. Todo eso es un cóctel para Roberto Muscaridola, barman italiano que pretende cambiar el mundo de la barra con una propuesta pionera en la isla que promete ser revolucionaria. Adiós a las pajitas, a los cubitos y a los sorbos indiscretos. Bienvenidos a la coctelería molecular.

"La gente cree erróneamente que utilizamos productos químicos. No es cierto. Todo lo que llega al vaso son sustancias naturales de origen vegetal y marino. El proceso es lo único diferente, pero eso no es nada malo ni menos saludable", explica Muscaridola, responsable de la nueva carta de bebidas del Meliá de Mar de Illetes, que combina recetas clásicas con otras propuestas sorprendentes.
La idea, cómo no, surgió del maestro Ferran Adrià, al que no conoce personalmente. "Cuando llegué a España se hablaba mucho de él y de su apuesta por la cocina molecular en el Bulli. Estudié mucho y me planteé cómo aplicar toda esta técnica al campo de la coctelería", dice el barman italiano. El resultado, se puede degustar en la isla desde el pasado mes de abril.

No agita la coctelera Roberto Muscaridola, sino que utiliza una jeringuilla para esferificar con ayuda del alginato -un estabilizante que se obtiene de las algas- unas gotas de aperol que luego se deshacen en la boca junto al cava o vino blanco. Es el solicitado Spritz Aperol/Campari, una de las bebidas estrellas de la carta. La Piña Colada, con su ron, leche de coco y nata, se convierte gracias al sifón en espuma. Se degusta con cuchara, como si fuese un helado. "No cambia el sabor, sino la textura. De hecho, propongo que el cliente pruebe el cóctel tradicional y luego el molecular, para que pueda comparar y se dé cuenta de que es lo mismo". Y a juzgar por las caras de los privilegiados catadores, el resultado convence. "Antes de que hayan bebido solo un sorbo, ya puedo notar que sus humores han cambiado". Será la magia de los aromas y los colores.

Mientras se espera mesa, o se disfruta de la terraza junto al mar, nada mejor que unas gominolas-gelatinas de Daiquiri. El Cosmopolitan, con sus arándanos incluidos, también reclama cubiertos, así como el Rossini, disfrazado de puré. "Cuando creo un nuevo cóctel, como un artista, cojo inspiración de las personas y elementos que me rodean: la música, el carácter de la gente, los lugares visitados... Solo aquel que siente placer, puede regalar placer", filosofa a la vez que agradece la ayuda de su equipo, "sin ellos todo sería más difícil".

Aunque los cócteles moleculares son, todavía, algo desconocidos, cada vez hay más clientes que se arriesgan a probar. "Les animo contándoles mi currículum, diciéndoles que llevo más de diez años agitando, mezclando y probando. Que lo que yo les propongo es entrar en un mundo más sofisticado y exigente". El precio, aún en tiempos de crisis, no es exagerado. Por 13 euros se prueba una bebida molecular con un cóctel regular.

Fuente: Diario de Mallorca

Comentarios (0)

Participa con tu comentario