El Pisco de La Independencia

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Por Eduardo Dargent Chamot

Al pisco le tocó ser partícipe pasivo de una de las operaciones más arriesgadas de la Escuadra  Libertadora.  Aunque la incursión en Pisco comandada por el general Miller como parte de los ataques de la escuadra comandada por Lord Cochrane fue para cortar los movimientos de los españoles creando un rectángulo entre los ríos Chincha y Pisco y entre los Andes y el mar,  el viajero francés Gabriel Lafond en sus notas escritas en 1822, poco después de jurada  a independencia, cuenta que el Almirante Cochrane envió parte de su flota a Pisco con la orden de “apoderarse de esa ciudad y de los cargamentos de aguardiente” que estaban depositados en los almacenes que allí tenía el gobierno. En la operación, dice Lafond los de Cochrane se apoderaron de unas 12 a 15,000 botellas de aguardiente.[1]

En el balance hecho por el historiador Rubén Vargas Ugarte basándose en las memorias de Millar se menciona que la expedición logró obtener un botín para el ejército libertador además de caballos:
6,000 pesos de buena plata, 500 botijas de pisco, 1000 sacos de azúcar  y una buena cantidad de tabaco y otros artículos confiscados a los españoles o en la aduana.[2]

Una vez terminada la guerra la industria y comercio decayó por falta de mano de obra enrolada en los ejércitos  entre otras cosas. Para conocer la situación nada mejor que dar una mirada al informe del Cónsul Británico Milner Ricketts a  su ministro y jefe  George Cannin en la que le cuenta que:

El cultivo de la vid se reduce a Pisco y sus inmediaciones.  La cantidad de aguardiente que anteriormente se producía era 70,000 toneles de 18 galones cada uno, y 15,000 toneles de vino., aparte de una pequeña cantidad cerca de Arequipa; pero por la escasez de peones ahora no se produce más de 16,000 toneles de aguardiente y muy poco o nada de vino. Por esto es que la exportación de aguardiente es de 100,000 dolares a Guayaquil, y ninguna a Chile. [3]

Como el interés de los Cónsules Británicos el de fomentar el comercio entre los dos países, comenta en su nota de lo frustrante
que había sido la experiencia de ciertos importadores de vinos y aguardientes porque, según explica, en el Perú:
Se prefiere el aguardiente de Pisco, que es más barato, y actualmente los nativos gustan solo de los vinos dulces y del champaña (sic).[4]

Curiosa anotación que se mantiene porque aunque en la llamada “mesa culta” se prefieren los vinos secos, la mayor parte del país prefiere los dulces.  De otro lado el aguardiente de vino (Pisco) es más caro de producir que el de caña, pero se entiende del texto que la referencia que hace el cónsul esa los aguardientes importados.
 
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[1] Lafond, Gabriel. En Colección Documental de la Independencia del Perú Tomo XXVII. Vol. 2. p. 151. Relaciones de Viajeros. Coordinador: Estuardo Núñez. Lima, CNSIP. 1971
[2] .- Vargas Ugarte, Rubén.  Historia General del Perú.  Lima, Edit. Carlos Milla Batres, 1971. Vol. VI, p.134
[3] .- Riketts, Charles Milner. Informe al Ministro George Cannin, Lima, 16 de setiembre de 1826. En Informes de los cónsules británicos. Compilador Heraclio Bonilla.  Lima 1975, I.E.P.  Vol I. p.25.
[4] . Ricketts,  Charles M. op. Cit. p.34

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