PISCO 12 SANGRES, creación de bodegueros moqueguanos

En Mistura 2010, los asistentes están disfrutando de un pisco pionero en nuestro Perú. Se trata del pisco 12 sangres en la que 12 bodegueros moqueguanos han asumido un desafío muy importante al crearlo y representará lo más tradicional del sabor, tradición y calidad

En el mercado nacional y mundial existe un nuevo producto peruano: Es el Pisco 12 SANGRES, creado en Moquegua como consecuencia del denodado trabajo de muchas personas, a lo largo de  algunos años y, sobre todo, la actitud positiva y futurista de los bodegueros moqueguanos que se han involucrado “con todo” en lo que hasta el 02 de septiembre era un  proyecto pionero en el Perú.

El 03 de septiembre en el salón Gustavo Mohme  Llona del congreso de la República oficialmente se ha presentado el pisco y así el dicho “La unión, hace la fuerza” está cumpliéndose  en su magnitud y significado del mensaje intrínseco. En Moquegua, se ha logrado lo que parecía imposible porque para ser más competitivos y sobre todo cumplir con las exigencias modernas de los compradores  en lo que se refiere a estándares, volúmenes de producción, oferta global  para garantizar atención permanente al cliente y otros secretos del marketing, así como denominación de origen, códigos universales para fijar  el  origen- destino e identificación individualizada del producto así como numeración  única para cada botella y ubicarlo correctamente en el universo de productos no iguales, sí parecido por la denominación inicial, además de los permanentes controles de calidad a los que estará sometido.

Este pisco moqueguano está en MISTURA, la más importante feria gastronómica del Perú y que capta la atención del mundo y los asistentes podrán beberlo como toda una primicia y su disfrute grabarlo en sus paladares. Este pisco, que es una realidad indiscutible, es el esfuerzo en que se han involucrado 12 bodegas algunas de amplísima  trayectoria (sin temor a equivocarnos con más de 200 años de tradición familiar) y otras de nueva energía pero con la  calidad de las tradicionales. No en vano Moquegua tiene un bien ganado nombre a lo largo de la historia como uno de los mejores productores de vinos y piscos  tal como la afirma la eminente  investigadora  profesora de Historia de América de la Universidad Alcalá  de Henares de Madrid, doña Teresa  Cañedo-Argüelles Fábrega   “los colonos no tardaron en sembrar cepas de viña y aplicarse, con los conocimientos adquiridos en las campiñas y bodegas de Andalucía,  a la fabricación de vinos y aguardientes que en algunas regiones llegaron a alcanzar una notable calidad. Tal fue el caso del valle de Moquegua en el Sur Andino donde  los cultivos prehispánicos de ají, algodón, maíz y coca,  se sustituyeron  a partir de 1580 por cepas de vid  que sembraron los españoles  afincados en la ciudad  de Moquegua fundada por ellos  en las orillas del río Osmore hacia 1540”.

“La arqueología histórica ha estudiado los restos de 27  bodegas coloniales…. Todas ellas contaban con varias salas de tinajas para almacenamiento del vino y el aguardiente… Las 1400 tinajas que se han recuperado están fechadas entre 1540 y 1866 , vísperas del terremoto que asoló todo el valle en 1868.  Asociadas a las bodegas están asimismo las 18  falcas  o   plataformas de adobe que servían para destilar el vino y fabricar aguardiente y pisco”.

“La producción de vino y aguardiente descendió en el valle a un sexto de su valor. De los seis millones de litros que salían de las bodegas moqueguanas en 1868 (100.000 barriles de vino de 60 litros  cada uno) se pasó a un millón para fines del XIX”.

Como apreciamos en las líneas anteriores, el pisco moqueguano no es un invento de ayer, es el resultado de la suma de años y años de experiencia con sentido de eternidad. Por eso el pisco moqueguano es ternura que cae gota a gota desde lo más alto del sentimiento y cariño por la tierra. Es amor alambicado con paciencia. Es horas no encerradas en el tiempo, sino en  el calor del fuego de leña hecha con aromas de todos los amaneceres y anocheceres y brisas que recorren la campiña trayendo y llevando pasiones y afectos. El pisco moqueguano, no emborracha, enternece los sentidos para dar afecto y largas caricias que hacen eterno el disfrute e imprescindible  el contacto secreto de los que se aman. El pisco moqueguano es oración telúrica.  Es contar  cada campanada del reloj  de lo más alto de la torre de la iglesia. El pisco moqueguano  te convierte en adivino  al encontrar en él,  el tiempo detenido. Es la única marca en el corazón que todos quieren llevar y exhibir como prueba de haber estado en el centro de la vida.  Es la suma de todos los afectos, recuerdos y momentos de felicidad que pueden cantarse a los puntos cardinales.

Todo esto es el pisco moqueguano 12 sangres y con especial afecto saludamos su nacimiento que representará  al   Perú en el mundo con lo mejor de la tradición del pisco que se hace en sus fronteras  y  también fuera de ellas.

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